lunes, 6 de abril de 2009

PRESENTACION DE ANGEL AVENDAÑO FARFAN


LA PRESENCIA DE LOS AUSENTES
Salustio Concha (Wayllabamba, 1944) es un escritor a contracorriente del snob modernista o modernizante. Lo suyo son las fiebres de un gambusino reflexivo empeñado en revolver las arenas de la experiencia humana, para encontrar en ellas los reverberos de los mitos, que en algún momento de su existencia fueron espacios paratópicos opuestos a todas las incredulidades del imaginario colectivo.
Los mitos no siempre fueron historias de dioses y hombres de la gentilidad. Hubo un tiempo en que simbolizaron aspectos profundos del diario vivir transhumano en las rutinas de la gleba. Esos son los mitos con los que Salustio Concha textualiza los temas con los que crea su obra literaria. Sus propuestas son las memorias de aquellos espacios en oposición a lo vertiginoso de nuestros días. Al mismo tiempo, un meditar en los símbolos de una sociedad remota que aún parpadea su fuerza transformadora, y que acaso, aún se yerga como el último eslabón del que pueda asirse el hombre deshabitado de nuestros días.
Esa inmersión en lo intemporal del Cusco, enfrenta la obra de Salustio Concha, con esa otra pintoresquista y facilona, de los cuenteros parroquiales, que explotan la latería folklorizante del Cusco en los baratillos turisteros o en esos programitas televisivos que arman sus reportajes viajeros, con los fimos que les asignan las grandes empresas importadoras de sub-enlatados culturales.
La decisión de Salustio Concha, para recusar con el íntegro de su obra la bestselerización de la literatura cusqueña, es otro de sus más firmes aciertos. Después de todo, a red barrendera, el Cusco no puede ser el paraíso de los polímeros extranjeros, muchos de ellos ya finados en Europa: —Ezra Paud, con un atraso de cincuenta años; Chejov, Faullkner, Hemingway, Cortazar, Rulfo—. Algo de las piedras y los aires quechuas deben vibrar en la producción de los escritores cusqueños de estos días. La gloria no es la gruta que remeda acentos foráneos y es premiado por las editoriales españolas. La gloria es la voz del pueblo que cobija a sus creadores con los mayores estímulos de sus problemas más hondos.
Desde esos puntos de vista, la obra de Salustio Concha es una almena en defensa de los deberes de la inteligencia en el Cusco. Por algo en sus libros, a parte de su permanente preocupación por el español, se advierten sus desvelos por el quechua. Su entrega al runasimi en su condición de poeta quechua fidedigno, cuyos acentos nos remiten a las profundas incógnitas del ser cusqueño, fracturado, hace más de quinientos años, entre sus raíces andinas y sus ramajes castellanos.
No interesan los minimalismos o maximalismos textuales en la obras de Salustio Concha. El asunto es que su obra refleja el tiempo del escritor dentro de la mayor perfección formal: Garantía única de perdurabilidad en una obra de ficción. Si el escritor no vivisecciona a su sociedad a través de la visión y la intuición de su arte, si no contribuye al desarrollo de la conciencia humana para el mejoramiento de la vida, está traicionando su oficio de escritor. Ahora y siempre, lo esencial de una obra literaria es el encuentro del hombre con su realidad, con los esplendores y las agonías de la experiencia vital. Por algo las obras literarias son realidades a parte de la realidad, pero nunca de espaldas a lo humano. El lenguaje es un hecho esencialmente humano, y es la verdadera originalidad de la creación literaria: la significación y la respiración que se pone en cada palabra. Las palabras vivas que hacen visible el espíritu del hombre.
Todos estos intríngulis son los sedimentos que sostienen la obra de Salustio Concha. Sus libros condesan, desde diferentes ángulos, sinnúmero de vivencias perdidas en el tiempo y reactualizadas en los desvelos del quehacer literarios. Algo así como el aliento de los ñawpamachus de Sillustani, recobrando el sentido y la forma de sus monemas primigenios: Enunciados y expansiones de una condición singular de ser cusqueño.


Presentación de Ángel Avendaño Farfán.

Escritor Cusqueño

viernes, 27 de marzo de 2009

PROEMIO


Todavía con el olor a tinta de imprenta -como cuando nos llega el pan recién horneado- llega a mis manos el libro "Danza Sagrada de los Apus, 5o mitos, leyendas y otras narraciones" del escritor Salustio Concha Tupayachi, trayéndonos los frutos del imaginario andino, recogidos en el más rico filón de nuestra literatura oral: el valle sagrado de los incas y las comunidades y pueblos sur andinos.
"iCLiantas noticias y fechas históricas, salvadas para siempre del olvido, va a encontrar el lector en las preciosas páginas que entre las manos tiene!" Escribía el ilustre tradicionista Don Ricardo Palma, al prologar la obra de su discípula Doña Clorinda Matto de Turner, eso mismo podemos decir de esta obra, tan plena de emotivos recuerdos, tradiciones legendarias salvadas del olvido y trabajadas con la fértil imaginación de nuestro amigo Salustio Concha Tupayachi, quien, como profesor de escuela rural y con el mismo empeño de un investigador social o antropólogo, supo captar y plasmar en el libro.
Ésta ya es una segunda entrega. La anterior: "Epopeya de los Dioses Andinos" me causó grata impresión y a propósito escribí .un comentario periodístico.
El nuevo trabajo sigue la misma línea, el lenguaje es sencillo, llano, asequible a cualquier lector; el cuidado puesto en la corrección y calidad es notorio.
Confieso que con suma delectación he leído estas páginas alimentando mi imaginación con un mundo de Apus o dioses a veces vengativos, otras veces compasivos y enamorados de alguna bella pastorcita de la puna-; con fábulas que cuentan de intríngulis entre osos, zorros, burros y wallatas,- con historias que hablan de ñustas enamoradas que fugan con amantes furtivos para amarse en lugares encantados donde sus imágenes quedaron petrificadas entre rocas, bosques, árboles añosos; toros salvajes que habitan ríos y lagunas misteriosas; lugares poblados por seres inanimados que, de pronto, cobrando vida, cuentan sus historias, narran la vida de animales mitológicos -mezclas de reptiles y humanos-, epopeyas dolorosas como la de Qori Oqllo la hermana y esposa de Manco Inca, que defendiera su honor, con bravura inaudita; hechos sobrenaturales protagonizados por héroes que compiten con titanes, pisthakos y condenados tenebrosos; historias a cerca del origen del agua, la kiwicha o la keuña; una versión del mito del Paititi que es una pequeña novela, sin dejar de lado pequeñas historias modernas o anécdotas de la autobiografía del escritor; en fin, acontecimientos magníficos que la imaginación indígena y mestiza tejió, durante cientos de años, como filigrana de plata entre hebras finas de vicuña, en el poncho representativo de la cultura peruana.
El libro consta de cincuenta trabajos muy bien logrados que, en su conjunto, constituyen un tesoro invalorable que de otro modo estaría perdido en la memoria secular de nuestro pueblo. Volcados al libro y con esta noble investidura, estos mitos, leyendas y narraciones, darán mucho que hablar y serán acicate para hurgar la creatividad de las nuevas generaciones de escritores del ande.